miércoles, 8 de agosto de 2007

• Ele e Ela •

Él le dio su tiempo,
Ella le entregó palabras confundidas.
Él le regaló su verano y ella le regaló magia y fantasías
a larga distancia...
Él encontró su lugar, cuando, luego de dos meses,
por fin llegó a verla y ella le dio su amor de pequeña.
Se despidieron y se durmieron soñando juntos, felices
de haberse encontrado al fin. Cuando despertaron,
ya estaban cantando en un bello abril lleno de música
y amor de verdad... ese que te llena cada rincón del alma.

La historia comenzaba a tomar otro rumbo...
él con sus planes, ella con su tristeza...
Siempre estaban lejos, sintiendo un amor ahogado en distancia...
Él, libre y ocupado, ella... soñadora y alerta, escuchando siempre
viejas canciones, recordando cada día lo bueno que había sido tenerlo a él.

_ ¡Espera!, no te vayas, esto no se acaba... te extraño y quiero verte_ Dijo él,
mientras ella trataba de olvidar los malos ratos, la frialdad y el ignoro.

Las ganas estaban, aunque todo parecía perdido desde el principio.
Los días no pasaban y ellos seguían queriéndose, tratando de empezar con mejor disposición
y ver las cosas de otra manera.

Llegó el invierno acompañado del mes de Julio y días de descanso para ella,
pero no era suficiente paz. Ella quería algo más, algo fuera de su alcance, algo que
se había cansado de soñar y esperar. Estaba agotada, sin ganas de nada y su enfermedad la
atormentaba cada vez más... Por suerte ya no está más.

Pasaba la semana y ella ya estaba tranquila, no esperaba nada de nadie ni menos de la vida
cuando ese martes por la mañana se despertó y percibía algo de más, algo que antes no estaba
en la ciudad. Todo era agradable esa mañana, excepto sus ganas inevitables de dormir el
día entero.
Salió de la casa con el pelo mojado, bien desarreglada, sin remedio...pues no tenía a quien impresionar.
Observó los colores brillantes en ese día de sol y le parecía extraño todo
a su alrededor hasta que escuchó esa voz que le arregló el día
por completo. Esa voz que la llamaba de "Mamá", esa voz
que la arrullaba por las noches, que la hacía inmensamente feliz.

Él la abrazó y ella aún no reaccionaba del todo, pero emanaba una felicidad
infinita y brillaba como hace ya tiempo no lo hacía.

Qué hermosos días pasaron…
Él y ella eran amor puro.
Estar juntos era lo que mejor sabían hacer y lo disfrutaban
a cada momento.
Cada noche era especial, llena de sorpresas, dicha y ternura.
Él le llenaba la panza con mariposas mientras ella aceleraba su respiración...
Todo parecía perfecto, de un sólo tono, de mil caricias y un millón de amor,
Hasta que todo volvió a hacerse extraño, ajeno, gris y amargo.
Mientras ella recordaba la típica frase " nada es para siempre ", él
recogía sus cosas, ordenaba maletas y se despedía de todo, dejando
una sensación contradictoria, entre lleno y vacío. Un "Lleno" que
iba a estar ahí para ella y un “vacío” que podía durar para siempre.

Él y ella...
Él y ella...

Él y ella se aman hoy...
Él y ella pueden tocarse con el pensamiento...
Como dice un grande: Son más fuertes que el olimpo.
Y lo saben, lo sienten, es un amor que los invade, sin importar
lo lejos que estén, sin importar cuantos días pasen los cuerpos alejados, ya que,
las almas siempre han estado unidas.


Él guardó esa mirada dulce en un lugar especial para poder mirarla siempre...
Ella lleva mariposas traviesas bailándole en la panza todo el día...
No saben lo que viene, sólo saben lo que es HOY y la verdad...
SÓLO ESO ES LO QUE IMPORTA.